LA FIESTA INKA DE LAS SETAS

Exelente artículo de Alfonsina Barrionuevo.



03 de marzo de 2011


ALFONSINA BARRIONUEVO
Antes de que se abra el vientre gris de las nubes truena y el rayo cae en zigzag reventando sobre la tierra. En cierta partes del Ande es un prodigio, pues, al día siguiente amanece su siembra en la huella luminosa que dejó. Las delicadas setas comestibles o qonchas que brotan, sobre las hilachas de luz que deja illapa, el rayo, en la panpa, son un finísimo regalo del cielo que se disfruta en el Cusco y en otras partes similares.
En época de lluvias las “chef” imperiales creaban diversos potajes para los Inkas con este delicado alimento. En la actualidad, como antaño, los comensales de los alrededores y también de la antigua Capital del Tawantinsuyo, que se encuentra a 25 kilómetros de distancia, aprovechan la cosecha que realizan los pobladores de la Panpa de Anta.
Hace milenios dicha panpa, llamada Xaquijahuana por los españoles, fue un gran lago formado por los deshielos de los nevados circundantes como lo testimonia la existencia de fósiles de peces y valvas marinas. Además, su lecho mantiene numerosos manantiales.
En lugares que son más elevados como Zurite Los señores de Cusco mandaron construir andenerías que todavía existen y donde florecen diversas variedades de papas. El llano, según la tradición, fue escenario del encuentro entre el aguerrido ejército de los chankas con las huestes del príncipe Inka Ripaq. Algunos arqueólogos afirman que fue Tupaq Yupanki, quien luego ascendió al trono con el nombre de Pachakuteq. El Inka reinante Yawar Waqaq, “el que llora sagre” porque al ser raptado en su niñez por los ayarmakas derramó lágrimas rojizas, abandonó, dice una historia, la ciudad sagrada y se trasladó a su palacio de Muyna, cerca de la laguna de Wakarpay.
Inka Ripaq, de carácter impetuoso y rebelde, había sido castigado por su padre que lo mandó a pastar en Raqchi un rebaño de blancas alpakas del Sol. Allí los Apus, espíritus de los cerros, le avisaron de la marcha de los chankas y se fue a Cusco a organizar su defensa reuniendo a los pocos guerreros que tenía.
De acuerdo a otra leyenda los amautas vistieron a las rocas con trajes de batalla, en la panpa de Anta, para hacer creer a sus enemigos que eran muchos. Al pasar, apurado, el joven príncipe les ordenó: “¡Hermanitos, qué hacen allí descansando, levántense para luchar!” Los guerreros de piedra o purun aukas obedecieron cobrando vida y se pusieron de pie. Ellos lucharon con los verdaderos aumentando su poder y asegurando su victoria. Los peligrosos invasores se desbandaron y nunca se atrevieron a volver.
En el pasado enero la cosecha de setas fue abundante por haber sido un mes de lluvias intensas. Fernando Moscoso, quien asistió a la ceremonia inka reminiscente que se conserva en el distrito de Konchakalla, recogió para la sección Patrimonio Cultural del Magazín de Terra Networks Perú, imágenes y notas de los actos que dieron realce a la fiesta agraria. Al parecer nuestra setas no tienen aún nominación botánica, como los champiñones de Occidente, pero son deliciosas.
En el caso de Anta según su interesante informe las mujeres son las encargadas de recolectar las setas, de gran valor proteínico. El fruto de Illapa, el rayo, y de la Pachamama es buscado en las alturas de los cerros y quebradas inaccesibles húmedas. En Konchakalla se reunieron las comunidades de Matoqlla, Konchapata y Qasakunka. También participaron las comunidades de Parkot’ika, Sunchumarka, Wamanamayo, Lllaullikancha, Pharo y Hanansaya del distrito de Chinchaypuqyu.
En Konchakalla se escenificó el Koncha Raymi o fiesta de las setas andinas, donde el soberano Inka, representado por un joven de acuerdo a un guión que se conserva por tradición oral, saluda al Padre Sol y agradece al Apu Illapa y a la Pachamama los deliciosos frutos que siembran desde el cielo junto con un tipo de hongos, los paqos. que parecen rellenos. Al mismo tiempo se dirige a las comunidades demandando la preservación y conservación del medio ambiente, dejando de lado las prácticas de los españoles de quemar el ichu o pasto nativo, destruyendo sus raíces.
Al terminar la evocación inca del Koncha Raymi, los directivos de la comunidad de Konchakalla, Municipalidad Provincial de Anta y de la empresa Xstrata Tintaya que fue invitada, hicieron entrega de premios a las mujeres que aplicaron técnicas de sus antepasadas para la recolección de las setas andinas y su preparación en potajes tradicionales.
Los visitantes de Cusco y turistas del extranjero, que tuvieron la oportunidad de asistir al Raymi, celebraron la inusitada fiesta para su paladar y sus ojos. Probar el sagrado alimento de los inkas, las konchas o setas de Occidente, fue una primicia.

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