Historia de las Calles del Cusco: Calle Tambo de Montero
Según una tradición el nombre de la Calle está relacionado a una antigua casa conocida como el Tambo de Montero, el año de 1643 vivía en aquella casa un mercader europeo llamado Pedro Montero de Espinosa, reuniéndose en su casa muchos amigos de este.
La casa no presentaba otro aspecto que el de un camal o una hostería y cuenta la tradición que siempre en la puerta se encontraba un pernil de jamón, un relleno descomunal o una sarta de salchichones pimentosos todas ellas golosinas codiciadas del paladar europeo.
La gente del lugar afirmaba que se reunían en el lugar los judíos de la ciudad y otros más sagaces afirmaban que era una verdadera sinagoga donde siguiendo el rito hebreo rendían culto religioso cosa grave en aquel tiempo, y motivo de persecución religiosa.
Las voladas llegaron a tal que se afirmaba que en las ceremonias realizadas los días viernes se flagelaba una imagen de Cristo.
Se afirma que una pequeña capilla fue levantada en honor a dicha imagen la cual fue luego trasladada al templo de Santo Domingo y en la puerta de dicha vivienda se podía leer la siguiente inscripción;
"En este obscuro, lóbrego sitio del Tambo. Padeció nuevamente nuestro Redempr... Jesús repetidas veces al profundo silencio de la noche por el bárbaro Infame, Sacrílego Montero que en la duodena turba de su judaica perfidia probó largamente su crueldad la divina paciencia hasta que se traspuso el lugar Sagrado de Jerusalém. En este santuario donde gusta escuchar atento la aclamación de nuestras rendidas súplicas y llevarnos por esta senda del centro de su gloria."
Tan graves acusaciones religiosas no tardaron en llegar a las autoridades civiles y eclesiásticas comprometiendo a Montero y poniendo en peligro su propia vida.
Cierto día se llenó el Tambo de alcaldes y alguaciles enviados por Jerónimo de Leyva, Gobernante del Corregimiento del Cuzco mandado por el Virrey de Mancera. Apresando a Montero y los que creyeron sus cómplices confiscando sus bienes a favor de la Corona Española y el desgraciado mercader fue remitido a Lima para ser juzgado por el tribunal del Santo Oficio.
Dice la tradición que fue encontrada la imagen del redentor que por la viveza y naturalidad de sus llagas parecía recientemente haber sido sacada del taller de escultura, disciplinas con púas de fierro y otros instrumentos de tortura, así mismo las paredes y el pavimento mostraban huellas frescas de sangre indelebles mientras no fueran castigados los criminales autores de tal desacato.
A su vez Tambo de Montero esconde un escondido culto a la extraña imagen del "Niño Compadrito", que no es otra cosa que una calavera profana cuyo culto ha tratado de ser prohibido y vetado por la Iglesia Católica.
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